
DERMATITIS ATÓPICA
Por definición, la dermatitis atópica es la manifestación en la piel de un proceso de hipersensibilidad general en el contexto de una serie de defectos en la formación de la epidermis motivados en una gran mayoría de los casos por unas mutaciones genéticas.
Se trata de un trastorno cutáneo prolongado, que cursa con erupciones, picor y descamación (eccema).
La piel con atopia está alterada, no realiza adecuadamente su función de barrera protectora. Por un lado, permite la entrada de infecciones, alérgenos y sustancias irritantes que hay en el medio ambiente; por otro lado, no evita la salida de agua produciendo una piel seca que causa más picor.
Esta enfermedad es común en bebés, puede comenzar a los pocos meses de vida; en algunos casos se supera y otras veces permanece en la vida adulta.
Si la enfermedad viene de la infancia, se acompaña de manifestaciones respiratorias atópicas, o incluso de alergias digestivas, y es un caso típico clínicamente, en forma de eccema crónico grueso, liquenificado y con brotes exudativos. Por otro lado, ante un caso de eccema en un adulto, cabe preguntarse si se trata de una dermatitis atópica, de otro tipo de eccema o incluso de una dermatosis parecida al eccema.
CAUSAS DE LA DERMATITIS ATÓPICA
Son muchos los factores implicados destacando una serie de fallos genéticos tanto en los genes encargados de la formación de la sustancia que une las células de la epidermis (la filagrina) como en genes encargados de la respuesta inflamatoria, los cuales, al estar alterados provocan una situación de “seudoalergia” constante.
También influyen en los brotes las situaciones de estrés, jabones o sustancias irritantes como la lana, las colonias. Es muy poco frecuente que determinadas alergias a alimento (que pueden presentarse paralelamente) provoquen brotes de dermatitis atópica.
Ahora bien, cabe resaltar que existen diferentes factores que pueden empeorar la dermatitis atópica, estos pueden ser:
- Resfriados, gripe o el aire seco en el invierno.
- Alergias, al polen, a los ácaros del polvo o los animales que se encuentran en el ambiente.
- Piel reseca, humedad continua (por duchas frecuentes, natación o sudor). Cambios bruscos de temperatura, por enfriamientos o sudoración.
- Contacto con materiales irritantes y químicos, perfumes o tintes agregados a las lociones y el contacto con materiales ásperos
PREVENCIÓN
Esta es un pilar fundamental en el tratamiento de la dermatitis atópica. Al tener la piel seca, se debe evitar dañar y deshidratar aún más su barrera cutánea ya lesionada de base, por lo que una correcta higiene es muy importante.
Por ello, la hidratación y la restauración de la barrera cutánea mediante emolientes es un paso muy importante tanto en el tratamiento de brotes agudos como para su prevención.